La bulimia es una de las enfermedades enmarcadas dentro de los trastornos alimentarios. La mayor parte de los afectados son mujeres, casi el 80%, sobre todo en países desarrollados. Este trastorno se caracteriza por la ingesta indiscriminada de alimentos, generalmente de manera compulsiva, respaldada por un trastorno psicológico, generalmente depresivo.
Tanto la bulimia como la anorexia son enfermedades que requieren de un tratamiento serio y prolongado, ya que las raíces de su origen pueden remontarse a problemas de autoestima o sociales; cuestiones que no se arreglan de la noche a la mañana.

La bulimia en especial se caracteriza por comer más de lo normal, de manera impulsiva, debido a un cuadro psicológico caracterizado por el desánimo o la depresión.

A veces hay personas que no llegan a adquirir las consecuencias propias de la enfermedad, sino que tan sólo aumentan la ingesta de alimentos por tener una época un tanto mala, algo que puede pasarnos a todos en ciertas etapas de nuestra vida.

Para evitar que esta situación se convierta en un problema, y no sea necesaria la intervención de un profesional y someterse a un programa de recuperación especial, os ofrecemos los siguientes consejos para evitar padecer esta enfermedad:

Practica actividades alternativas: La rutina es la primera causa de depresión o pérdida de la autoestima. Intenta incluir en tu horario semanal actividades que te permitan relajar tu mente y no caer en desánimos o malestares emocionales.
Controla tu dieta: Si no calculas tus compras y consumos de comida, es más fácil que la falta de organización a la hora de las comidas te afecte y permita a tu apetito comer todo lo que le diga tu mente. Es muy importante organizar tus comidas diarias (entre 3 y 5), y no comer entre horas.
Ante los primeros síntomas, pide ayuda: las nuevas tecnologías nos permite acceder a servicios terapéuticos con mayor facilidad que hace años, incluso es posible a través de internet. Muchas veces una charla distendida con un profesional nos puede servir para ayudarnos a organizar nuestra alimentación de nuevo, o si llega a ser necesario, someternos a un programa para reconducir nuestra dieta.

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